La COVID-19 grave se caracteriza por linfopenia, un potencial biomarcador de casos críticos y una clave para fármacos

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Miércoles, Marzo 25, 2020
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La COVID-19 grave se caracteriza por linfopenia, un potencial biomarcador de casos críticos y una clave para fármacos

25 de marzo de 2020.-La COVID-19 es una nueva infección causada por el nuevo coronavirus que puede evolucionar hacia un tipo de neumonía grave que requiere ingreso en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Cada vez hay más evidencias científicas que sugieren que esta infección grave causada por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) surgido a finales de 2019 en Wuhan (China) induce una neumonía adquirida en la comunidad linfopénica (L-NAC) que se caracteriza por la presencia de linfopenia (o baja cantidad en la sangre de linfocitos, que son células encargadas de la defensa del organismo frente al virus) y la existencia de una desregulación inmunológica como un evento acompañante de la enfermedad crítica causada por este virus.

“El reconocimiento temprano de este fenotipo inmunológico podría ser útil para ayudar a identificar de forma rápida a los pacientes severos”, concluyen los autores de un nuevo estudio, recién publicado en Journal of Infection. Son investigadores españoles, entre los cuales figuran miembros de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Además, la linfopenia, que se mide con el recuento de linfocitos, no solo se perfila como un biomarcador que podría tener una gran utilidad para predecir de forma rápida qué pacientes con COVID-19 evolucionarán a casos críticos y cuáles no, sino que también como una de las claves para buscar y desarrollar estrategias farmacológicas eficaces frente al nuevo coronavirus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la aparición de este coronavirus que causa la Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) como una emergencia de salud pública de preocupación internacional antes del 30 de enero de 2020 y la elevó a consideración de pandemia el pasado 11 de marzo de 2020. En una minoría de casos, la COVID-19 evoluciona hacia L-NAC, una neumonía grave, otro motivo de alarma, que los investigadores del nuevo artículo en Journal of Infection han estudiado a la luz de otros trabajos publicados al respecto.

El 85% de los pacientes con COVID-19 grave tienen linfopenia, según dos estudios de Yang y otros autores y de Chen y otros autores, publicados en The Lancet. El promedio de linfocitos de los pacientes con COVID-19 en la UCI es de ≤800 células por mm3 de sangre, una cantidad por debajo de lo normal, (> 1.000), según un estudio de Wang y otros autores en JAMA, que ha confirmado esta linfopenia en pacientes de COVID-19 en UCIS y que la persistencia de linfopenia es un signo de mal pronóstico en términos de supervivencia.

Además, los pacientes en UCIS también tienen altos niveles de unas sustancias, las citocinas plasmáticas, lo que técnicamente se denomina hipercitoquinemia. “La hipercitoquinemia en pacientes con COVID-19 con linfopenia podría indicar un control deficiente del patógeno, como se muestra en pacientes graves infectados con el virus de la influenza pandémica 2009. Curiosamente, la hipercitoquinemia y la linfopenia también fueron evidentes en pacientes críticos con síndrome respiratorio agudo severo debido al coronavirus surgido en 2003, el SARS-CoV”, explica el Dr. Antoni Torres, uno de los autores del trabajo, neumólogo y miembro de SEPAR.

“Estas características (linfopenia + hipercitoquinemia) se ajustan a un fenotipo inmunológico particular de neumonía adquirida en la comunidad (NAC), NAC linfopenia (L-NAC), que, como hemos publicado recientemente en un artículo publicado en el Journal of Infection, está asociado con mayor gravedad, mortalidad y una respuesta inmunológica desregulada”, añade la Dra. Rosario Menéndez, neumóloga coautora del trabajo y miembro de SEPAR.
Estudios realizados en China proponen que los bajos recuentos de linfocitos en casos graves de COVID-19 se deben a la acción del virus, pero los autores del estudio en Journal of Infection dicen que “los factores del huésped también podrían inducir linfopenia”. “En comparación con aquellos pacientes que no requieren cuidados intensivos, los ingresados con COVID-19 en la UCI son mayores, pueden por tanto sufrir de un deterioro de su respuesta inmune (inmunosenescencia) y tienen más probabilidades de sufrir comorbilidades como hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. Tanto el envejecimiento como las enfermedades crónicas inducen disfunción endotelial crónica y hallazgos recientes de nuestro grupo han evidenciado que existe una interconexión entre esta disfunción endotelial, la linfopenia en pacientes con NAC y el fallo orgánico”, explica la Dra. Menéndez.
“La inmuno-senescencia y la disfunción endotelial induce también un aumento del estrés oxidativo y de la inflamación sistémica. En individuos de edad avanzada con enfermedades crónicas, estas características podrían representar factores predisponentes para presentar una insuficiencia respiratoria grave después de la infección por COVID-19”, precisa el Dr. Jesús Bermejo, primer firmante del artículo e investigador del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid y del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca.

Importancia de un biomarcador para UCIS
Un porcentaje de pacientes con COVID-19, entre un 26% y un 32%, según distintos estudios efectuados en China, acaban ingresando en la UCI. La cocirculación de este virus junto al virus de la gripe coincide en China, ya que ambos han circulado en la estación de invierno. Por esta razón, la disponibilidad de biomarcadores que permita diferenciar a los enfermos que tienen uno u otro virus en las fases iniciales es crucial para poder utilizar mejor los recursos de UCI.
“Encontrar nuevos biomarcadores que puedan usarse en las primeras etapas de la hospitalización para identificar a las personas con COVID-19 que se enfermarán críticamente será importante para el manejo eficiente de los recursos de la UCI. El recuento de linfocitos se puede obtener fácilmente al ingresar a la sala de emergencias. En las áreas con circulación sostenida del nuevo coronavirus, la evaluación de los recuentos de linfocitos en pacientes con NAC podría ayudar a identificar y priorizar a las personas que requieren o necesitarán cuidados críticos en breve”, expone el Dr. Torres. Considerar la cifra de linfocitos, junto con la situación clínica del paciente y junto con otros marcadores como el dímero D, las transaminasas o la LDH, podría ser útil en este sentido.

Asimismo, la identificación de este fenotipo inmunológico en los pacientes con COVID-19 puede tener relevancia para la búsqueda y desarrollo de estrategias farmacológicas frente al virus. “En caso de que la linfopenia desempeñe un papel en la patogénesis de la enfermedad, los medicamentos dirigidos a la proliferación o apoptosis de linfocitos (inhibidores de IL-7, PD1 / PD-L1) podrían ayudar a prevenir la linfopenia o restablecer los recuentos de linfocitos en pacientes graves que padecen COVID-19”, explica el Dr. Torres. “También podría ayudar a identificar antes a los pacientes que han de recibir tratamiento antiviral”, en opinión del Dr. Bermejo.

Asimismo, “el papel potencial de la disfunción endotelial como actor predisponente y patógeno en esta enfermedad merece investigación”, señala el Dr. Torres. “Los biomarcadores o pruebas que evalúan la función endotelial también podrían ayudar a identificar temprano los casos graves de COVID-19” y, desde el punto de vista terapéutico, añade que “los medicamentos que mejoran la disfunción endotelial como el adrecizumab podrían desempeñar un papel en su tratamiento”. “Los trabajos preclínicos sobre modelos animales deberían contribuir a dilucidar el verdadero papel de la linfopenia y la disfunción endotelial en esta enfermedad”, concluyen los autores del artículo en Journal of Infection.